En el griego es donde podemos encontrar el origen etimológico de la palabra hedonismo. Esta procede del término hedonismos que se conforma por dos partes claramente diferenciadas: hedone que es sinónimo de placer y el sufijo ismos que puede definirse como cualidad o doctrina.
El hedonismo es una doctrina de la filosofía que considera al placer como la finalidad o el objetivo de la vida. Los hedonistas, por lo tanto, viven para disfrutar de los placeres, intentando evitar el dolor.

Se trata de un conjunto de teorías morales que destacan que, por lo general, todo lo que el hombre hace es un medio para conseguir otra cosa. El placer, en cambio, es lo único que se busca por sí mismo.
En concreto esta filosofía, que establece como objetivo de la vida el placer de los sentidos, fue impulsada por el filósofo griego Epicuro de Samos, que vivió en el periodo comprendido entre los siglos IV y III a.C y que estableció que la meta máxima de cualquier ser humano debe ser el conseguir la felicidad. Ello supone, por tanto, que haya que satisfacer de manera moderada las necesidades que tenga su cuerpo, que deba buscar los bienes materiales que le dan seguridad y que cultive la amistad, el amor, las letras y las artes.
Dado que la idea de placer es subjetiva, intelectuales con ideas muy diferentes suelen ser incluidos dentro del grupo de los hedonistas. Es frecuente, de todos modos, que se divida al hedonismo en ético y psicológico.
Entre las escuelas clásicas del hedonismo, por un lado se encuentra la escuela cirenaica (que se desarrolló entre los siglos IV y III A.C.), creada por Aristipo de Cirene, quien sostenía que no hay bien superior al placer y resaltaba el placer del cuerpo en lugar de los placeres mentales.
La escuela epicúrea, en cambio, asociaba al placer con la paz y la calma. El principal énfasis de esta doctrina se encontraba en reducir el deseo, y no en obtener placer de manera inmediata.
En este sentido, y también en la etapa más actual, es muy importante la escritora y sexóloga Valerie Tasso quien parte también del hedonismo para explicar la vida. En su caso concreto, dice que dicha filosofía es la que deja patente que nuestra existencia debe ser tomada como la búsqueda del placer en la que el cuerpo es un aliado y en la que el tiempo es más importante que el dinero. Cabe destacar que diversas religiones condenan al hedonismo por considerar que carece de moral. La religión católica, por ejemplo, sostiene que el hedonismo atenta contra los valores de su dogma, ya que privilegia el placer por encima del amor al prójimo e incluso a Dios.

La sociedad del nuevo milenio está marcada por el signo de la insolidaridad y el individualismo. Es una sociedad, un mundo egoísta y materialista, donde las individualidades se manifiestan en todos los órdenes sociales, ya no existe esa labor de equipo que hace años existía, esa camaradería trasnochada por los avatares del paso del tiempo, que nos pone a todos en su sitio y a la cosas también.
Ya no se comparten placeres sencillos con los demás, no se comparten pequeñas alegrías cotidianas, parecemos individuos autistas encerrados en nuestro caparazón y no queremos abrir nuestro corazón humano a nadie, a no ser que sea un amigo-a íntimo y le conozcamos bastante, recelamos cada vez más de todo y no nos fiamos de nada, ni de incluso nuestro vecino de la puerta de al lado y es más incluso cotilleamos a sus espaldas su reprobable modo de vivir, que quizás ni nos importa, ni nos interesa, pero con tal de inmiscuirnos en la vida de los demás y no vernos a nosotros mismos en el espejo reflejados.
